Como si de ciencia ficción se tratara, la política antiarmas que comenzaba a tomar fuerza en Estados Unidos llegó a su fin antes de tiempo, después de que el presidente Donald Trump dio luz verde para que pistolas, rifles y ametralladoras puedan ser adquiridas por personas con enfermedades y trastornos mentales.
Mientras el exmandatario, Barack Obama, luchara durante su administración por dar paso a medidas con el fin de elevar los controles de acceso a armas de fuego, Donald Trump en tan sólo un carpetazo, hizo implosionar estas directrices, restando importancia a matanzas en serie como las ocurridas en Columbine, Colorado (1999), así como las perpetradas en el Colegio de Newton, Connecticut (2012), revelaron tanto el pésimo manejo de la salud mental pública, y de las interpretaciones pro armas de la Segunda Enmienda de la Constitución que permitió que suicidas y otras personas con severos trastornos mentales llevaran a cabo masacres inborrables en la historia de EUA y el mundo.
Desde la esfera más conservadora del derechista Partido Republicano, se considera a la aprobación de estos controles obligatorios para cualquier persona que quiera comprar un arma, como una corrupción de la Segunda Enmienda de ese país, misma que refiere a la posesión de armas como derecho de cualquier individuo para blindarse y procurar su propia seguridad.Desde la misma raíz, ley norteamericana considera pocas limitaciones a la portación de armas y este 2017 llegó a un nivel con la eliminación de pruebas para detectar enfermos mentales cuenten y así otorgarles el derecho a comprarlas, poniendo en riesgo la seguridad pública de la ciudadanía.
La discusión entorno al control de armas casi siempre contrapone dos posiciones; el derecho a portar y usar armas, actividades consideradas por los estadounidenses una tradición y un control adecuado de armas que ayudaría a mejorar la seguridad pública.Sin embargo, con la llegada de un presidente que en materia de derechos civiles tiende a desprotegerlos, ahora la amenaza de un incremento en el número de tiroteos y llevar la tasa de muerte por armas de fuego en EUA, surge de nueva cuenta ante la política de un control nulo sobre las personas que no poseen las facultades necesarias para manejar un arma.
El pretexto para escudarse bajo la Segunda Enmienda por parte de Trump, obedece en gran medida, a la presión de la industria de las armas, siendo la Asociación Nacional de Rifles (National Rifle Association, NRA), la primera interesada en que este tipo de medidas continúen aprobándose bajo el pretexto de que todo ciudadano norteamericano tiene derecho a portar un arma, a no quedar “indefenso”. Vaya paradoja.
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