¿Qué es una perversión? ¿Hasta dónde permitimos que nuestras pasiones rijan la vida íntima y hasta qué punto preferimos mantener la careta eterna? Nadie nos ve y lo único que deberíamos hacer es platicar con nuestra pareja para acordar los límites. No obstante, preferimos mantenernos quietos, evocamos costumbres antiguas y aburridas para no levantar sospechas de todo lo que se desata en nuestra mente cuando pensamos en intimidad y así, morimos sin cumplir nuestras fantasías más profundas.
En cambio, hay personas que sin restricción experimentan el lado más oscuro de la sexualidad. Se excitan cuando son sometidas, cuando el sufrimiento de un fuerte golpe en medio de las nalgas genera más adrenalina que las acostumbradas posiciones que hemos repetido cientos de veces.
Cuando el Marqués de Sade se casó con Renee Pelagie a los 23 años, sus esperanzas de encontrar un amor de verdad se desdibujaron para siempre. Fue entonces cuando, muy probablemente, sustituyó ese amor por las prácticas sexuales menos convencionales, tanto de esa época como de la actual. Poco después de la boda fue arrestado porque, aseguran, pidió a una prostituta que tuviera sexo anal con él. Entre orgías y prostitutas, el Marqués se hizo gran fama por poner al descubierto sus fantasías.
Fue en 1768 cuando el Marqués protagonizó el escándalo de Arcueil, en el que se dice, engañó a una mujer para entrar a su casa; ya en el interior, la desnudó, azotó y cortó con una navaja. Más tarde, un escándalo en Marsella lo condenó a prisión: se dice que envenenó a tres prostitutas de 18, 20 y 22 años durante una orgía en la que participaban ellas, el Marqués y su sirviente.
Perseguido por nunca ocultar sus fantasías, perversiones e ideas sobre la vida sexual y la práctica desmedida de nuevas maneras de disfrutar su cuerpo, el Marqués de Sade fue condenado a pasar 13 años en prisión, probablemente por ser una figura pública y honorable que no tenía nada de “respetable” en la vida íntima. Sin embargo, los tiempos han cambiado y esas prácticas BDSM pueden llegar a popularizar a un artista o fotógrafo.
Tal es el caso de Ian Reid, quien en un principio cobró fama por hacer algunos de los videos en patineta más atrevidos; y ahora se dedica a fotografiar la vida BDSM. Cuando todavía grababa sus conocidos videos, se dio cuenta de que una de sus vecinas estaba totalmente involucrada en los asuntos sadomasoquistas. Le tomó algunas fotos, las subieron a su sitio web y la respuesta del público fue contundente: comentarios y “me gusta” como ningún otro video o publicación en su historia.
Las personas empezaron a pedirle que tomara fotos y así fue conducido a la tribu del BDSM en Nueva York. Algunos lo invitaron a su hogar y en el interior de una casa apacible de la ciudad que nunca duerme, mujeres que interpretaban el rol esclava como parte de su vida diaria. Tuvo sexo con todos los presentes y lo nombraron “miembro honorario”.
Siempre interesado por las mujeres, notó que los límites no eran tan claros como en el mundo real, pero no tuvo problema con ello. No entendía mucho, era ingenuo, pero con los ojos bien abiertos y la lente de la cámara lista para tener otra visión de las cosas, tomó fotografías sexuales a un nivel que nunca imaginó posible.
Aprendió el poder de las palabras y cómo éstas son capaces de llevar las cosas a un nivel completamente distinto. No palabras crueles o extremadamente pervertidas, más bien las palabras correctas, amables y lindas que provoquen el salvajismo más excitante.
Pocas personas entienden de fetiches y fantasías. En cambio Ian Reid estuvo tan involucrado en el BDSM que tuvo una casa con esclavas sexuales. Limpiaban en ropa interior, no pagaba nada y mientras, él editaba y tomaba fotos de su nueva vida. Un día que uno de sus vecinos entró, preguntó con temor ¡qué carajos pasaba ahí!, la esclava, que no tenía permitido hablar, sólo continuó limpiando. En ese momento se dio cuenta que su pasión por el sadomasoquismo había sobrepasado al skateboarding.
Reid fue a Ucrania para buscar chicas que se dejaran retratar; sin embargo, cuando llegó se dio cuenta de que su color le iba a cerrar muchas puertas. Con insultos, improperios y malas caras de los habitantes, decidió regresar a casa. Después, un hombre que lo llamó “maldito negro” se detuvo a platicar un poco con él. Le explicó que nunca había visto a un negro y que su cultura lo había educado así. Continuó su travesía y de ese modo, tomó algunas de las fotos más hermosas de su portafolio.
Con fotografías complicadas que muestran a mujeres desnudas o semidesnudas en medio de la ciudad, Reid debe tener un conocimiento básico sobre desnudos públicos para no ir a prisión o deber miles de dólares al Estado. Un día quería retratar a una de sus mujeres favoritas en Nueva York, un policía quiso detenerlo y él le dio un discurso para explicar que podía hacerlo y si lo arrestaba lo acusaría de arresto injustificado.
Una de sus fotografías más famosas y polémicas muestra a un hombre siendo rostizado. Se tomó el 4 de julio cuando él y sus amigos se reunieron para hacer una carne asada. Ian recibió la llamada que aseguraba que un joven quería ser puesto a las brasas y rostizarse. El chico se llama Jim. Las mujeres que estaban alrededor lo desnudaron, bañaron, afeitaron por completo y ataron. La barbacoa comenzó y durante 40 minutos el joven se asó. Cuando querían quitarlo del sitio, el joven gritaba para que lo dejaran en el lugar. Buscaba permanecer ahí hasta que su piel estuviera completamente quemada.
No cabe duda que además del mundo que conocemos, podemos hallar otros subterráneos, en escondites inimaginables que se resguardan delante de nuestros ojos. Si quieres conocer más del mundo del BDSM, puedes leer estos 8 libros o conocer los fetiches sexuales más extraños.
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También puedes conocer más sobre Ian Red aquí.
