La monogamia, para algunas personas, es uno de los inventos más prácticos de la humanidad; tanto así que se ha convertido en el ideal amoroso por definición. Dos personas que se aman con locura deciden unir sus almas para siempre, sin intención de que llegue un tercero a separarlos o simplemente a unirse para formar, digámoslo así, una relación más nutrida.
Además de la idealización de la pareja como el punto máximo del amor, debemos apuntar que es una cuestión de mera comodidad. Simplemente ahorrarse el bochornoso proceso del cortejo es un alivio para aquellos que, por alguna razón, no son muy hábiles en esas artes; de esta manera, quien por fin ha encontrado a su pareja perfecta sólo debe preocuparse por sorprender y mantener la llama de la pasión viva con una sola persona por el resto de su vida.
Contrario a este pensamiento, hay quienes se aventura a descubrir el mundo y el placer a través de varias parejas con las que no necesariamente debe de haber una relación para entregarse en cuerpo y alma durante el acto sexual. Para la mayoría de la sociedad, acostumbrada a la absurda idea de tener un sólo compañero durante toda su vida, esta postura representa todo un mundo lleno de caos y perversión inimaginables, como si todos los seres que existen en este mundo copularan siempre con el mismo individuo. Si lo tomamos desde un punto de vista biológico, la monogamia es la peor falta que el hombre pudo cometer en contra de la naturaleza.
Dentro de ese carácter turbulento que las mentes conservadoras le han otorgado a las relaciones abiertas, la artista neoyorquina Keren Moscovitch ha encontrado un mundo lleno de belleza e inocencia sin igual en el que, a pesar de no estar unidos por ninguna etiqueta, dos personas son capaces de encontrar una cantidad de emociones que van desde el miedo hasta el amor, todo eso descubierto mientras ambos comparten un lecho en el que sus cuerpos desnudos dialogan libremente.
Con su serie fotográfica “Me Into You”, Moscovitch explora, junto con su pareja, las múltiples etapas que vive una persona al enfrentarse al hecho de mantener relaciones con un desconocido. A través de cada imagen que conforma la serie, sus protagonistas proyectan cada una de las emociones que les invaden antes y durante el sexo.
«Quería que mi trabajo mostrase los momentos y puntos de vista acerca del cuerpo que la mayoría de nosotros experimentamos en nuestra vida erótica, pero que no se nos permite reconocer en una conversación casual. Si todos somos seres sexuales, debemos ser capaces de conectarnos en torno a eso»
La razón por la que la fotógrafa y su pareja decidieron realizar este ejercicio no fue otra más que darle un nuevo aire a su relación. Descubrieron que estar en pareja a veces es una vida monótona, así que este tremendo giro en el orden de las cosas fue una manera de darle un poco de emoción al asunto.
«Fui confrontada por los celos y el dolor, pero también conocí una intimidad profunda que, creo, sólo es posible cuando estamos totalmente vulnerables y expuestos»
A través de su trabajo, esta fotógrafa nos enseña que incluso en las relaciones menos convencionales puede surgir el amor aunque sea por unos instantes. Lo verdaderamente importante es saber cómo aprovechar este sentimiento con la finalidad de explorar todos los matices que éste ofrece, para tener la posibilidad de explorar, a través del cuerpo, el sentir humano en su máxima expresión.
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Fuentes:
Beautiful Decay
Fraction