El camino del conocimiento ha sido todo excepto sencillo para el hombre. A través de la historia y la mitología de distintos pueblos de la antigüedad, se revela el carácter prohibitivo del saber: desde Prometeo hasta Adán y Eva, la ambición humana por comprender el mundo sobre el que se desarrolla la vida significa una afrenta a los dioses y al mismo tiempo, la elevación a un nivel terrenal donde no hace falta creer en seres supremos para comprender y transformar la realidad.
Durante el Renacimiento, el antropocentrismo colocó al hombre en un sitio privilegiado después de siglos de dominio del cristianismo y comenzó a preguntarse acerca del funcionamiento interior del cuerpo humano a raíz del mecanicismo de la época. Da Vinci no sólo perfeccionó su técnica a través de la pintura y el desarrollo de múltiples manifestaciones artísticas, sino también se encargó de diseccionar cuerpos y reunir cadáveres para explorar la anatomía humana. El polímata italiano ahondó entre tendones, músculos y órganos internos para descubrir todos los secretos que se esconden debajo de la piel.
El avance de la medicina y el conocimiento del cuerpo humano se desarrolló velozmente y trajo consigo mejoras en la salud, medicinas, terapias y la Biología evolutiva en los siglos posteriores. No fue hasta 1971 cuando un hecho sin precedentes requirió del regreso a la práctica sobre cadáveres para estudiar las ciencias forenses:
William Bass, un afamado antropólogo forense de la Universidad de Tennesse, se vio en la tarea de descubrir la identidad de un cadáver cuya sepultura fue profanada recientemente por unos ladrones de tumbas.
En el sitio de los hechos, Bass determinó que el cadáver se trataba de un hombre de mediana edad que, dado el proceso de descomposición, fue asesinado hace menos de un año. Se realizaron las pesquisas correspondientes y después de una larga investigación jurídica, además del conteo de los cuerpos en el panteón, se determinó que el cuerpo pertenecía a William Shy, un hombre que luchó por la causa confederada hace más de un siglo.
Después del fracaso de Bass, el científico determinó que no existía evidencia médica suficiente para generar información fidedigna a partir del estado el cuerpo en descomposición y comenzó el estudio entomológico forense, es decir, trabajó en la identificación de los principales insectos que se apropian del cuerpo humano inerte y sus especificidades como método para determinar el tiempo de descomposición de un cadáver.
En ese mismo año, Bass llegó a la cabeza de la Universidad de Tennesse y fundó el Complejo de Antropología Forense. Su primera acción fue tan polémica como extraña: el médico decidió aprovechar un terreno de boscoso en una de las laderas propiedad de la Universidad para crear un enorme laboratorio de entomología forense para aprender más sobre el estado de descomposición del cuerpo humano. A partir de entonces, cadáveres llegaron a la zona boscosa y se tiraron de forma natural, esperando al implacable paso del tiempo para que los insectos de la zona encontraran alimento y refugio en cada uno de ellos.
Lo que en un principio parecía una idea descabellada, con el paso del tiempo fue consolidándose como el mejor laboratorio de investigación forense y entomología en el mundo.
A pesar de lo tenebroso de un escenario repleto de cadáveres como si se tratara de una fosa común, el experimento tuvo un gran éxito y poco a poco se replicó en otros estados de la Unión Americana.
En la actualidad, la granja pionera de Tennesse alberga 30 cadáveres por año. Se trata de cuerpos en su mayoría donados voluntariamente antes de morir con fines científicos, cadáveres cuya familia decidió donar o cuerpos en la morgue que no son reclamados ni identificados por persona alguna. La granja se encuentra resguardada tiempo completo y los restos materiales sólo pueden ser consultados por investigadores, profesores y alumnos.
Grandes avances en la ciencia forense proceden de este tipo de granjas y ante la aparente crudeza de la escena, sólo cabe volver la vista atrás y recordar cuán complicado ha sido la senda del hombre para alcanzar el conocimiento.
**
Si quieres conocer sobre la riqueza cultural de Japón a través de sus leyendas, no dudes en conocer a los 14 demonios japoneses que podrían atormentar cada una de tus noches. También descubre el lado oscuro del físico más famoso de la historia después de leer 4 perversiones de Albert Einstein y los estragos de su infidelidad.