No existe época más iluminada por la cultura que el Renacimiento, si bien sabemos que la tradición grecolatina se retomó como pilar de esta etapa, uno debe detenerse frente a cada pintura, escultura o figura arquitectónica para poder apreciar la riqueza artística y de saberes que cada una oculta. Pues a pesar del tiempo, aún es imposible no sentirse eclipsado frente a la belleza y la perfección de una obra renacentista como La Escuela de Atenas.
La Escuela de Atenas es fresco en concreto, fue pintada entre 1510 y 1512 por Rafael Sanzio como parte de la decoración de las habitaciones hoy conocidas como “las estancias de Rafael”, y se concluyó durante el alto Renacimiento.
Se localiza en el Vaticano en la Estancia de la Signatura I que, solía ser una biblioteca donde se se encuentran 4 paredes que ilustran las 4 áreas del conocimiento humano: la filosofía, la teología, la poesía y la justicia. La Escuela de Atenas representaría la filosofía, y en su centro se tienen dos grandes filósofos de la Antigua Grecia: Platón y Aristóteles, quienes están rodeados por otros grandes pensadores, filósofos o matemáticos.
Pero para entender mejor este fresco, regresemos al centro, Platón se diferencia fácilmente de Aristóteles por que lleva un libro de su autoría: el Timeo, que trata del universo y la naturaleza humana; como contrario, Aristóteles lleva su libro: la Ética, un tratado sobre la moral. Ambos libros representan el pensamiento de los filósofos, pues a Platón se le recuerda por idealista, por su interés en lo etéreo, ya que él afirmaba que el mundo visible no es la verdad absoluta, que existe un mundo perfecto regido por realidades que no vemos cotidianamente; a su vez, el dedo que apunta hacia arriba hace referencia a ese mundo de las ideas que argumentaba el filósofo. En contraste, a Aristóteles se le recuerda por su estudio en el mundo fáctico, por realista, por eso, dirige su mano hacia abajo señalando lo observable, el mundo real, lo físico, la realidad comprobable. Al mismo tiempo, cabe mencionar que los colores de las ropas que portan también son reflejo de su mente, pues Platón porta colores éter y rojo, representando el aire y el fuego, elementos fugaces e ingrávidos, mientras que Aristóteles usa azul y marrón, que son el agua y la tierra, elementos mucho más palpables.
Y así, gracias a ese centro, la pintura se logra dividir en dos, del lado izquierdo de Platón, se podrán observar filósofos que trataron abstracciones, es decir, temas del mundo impalpable, están quienes cuestionaron la realidad hasta las últimas consecuencias, y del lado derecho de Aristóteles se verán pensadores dedicados al estudio del mundo natural, físico y real, quienes dedicaron su tiempo a explicar lo observable. Otra pista que nos da la pintura respecto a esta división, son las dos estatuas en el lado superior izquierdo y derecho; en el nicho derecho, se puede ver a Atenea, Diosa de la guerra y sabiduría, patrona de aquellos que confíen en la búsqueda del conocimiento. Mientras que en el nicho izquierdo se ve a Apolo, Dios del sol, la música y la poesía, representa armonía, la iluminación filosófica y el poder civilizador de la razón.
Uno de los personajes mejor ubicados del lado izquierdo resulta ser el gran matemático Pitágoras, quien sentaría las bases de la geometría y para entender la relación entre la música y la aritmética. Algo curioso, es que frente a él, un alumno sostiene una pizarra con la Tetraktys, el número de los pitagóricos.
Asimismo un poco más arriba, se aprecia a Alejando Magno, alumno de Aristóteles y rey de Macedonia, que se distingue por su armadura y por escuchar a Sócrates, al parecer argumentando, pues hay énfasis en sus dedos y su rostro, como si trataran de explicar algo, recordando así a la dialéctica como la forma de llegar al conocimiento a través de cuestionar, preguntar y analizar, siendo éstos los ejes rectores de la filosofía Socrática.
Un poco más abajo se logrará ver a Epicuro, un hombre corpulento y con una corona de hojas de parra, éste filósofo fue conocido por sus ideas de satisfacer los placeres más carnales de la mente y el cuerpo para llegar a la felicidad, pero siempre guiados por la prudencia.
A su lado derecho se encuentra Hipatia de Alejandría, personificada por Margherita Luti, amante de Rafael. Hipatia fue filósofa y maestra neoplatónica, se dedicó a la enseñanza y al pensamiento, asimismo, cultivó conocimientos en geometría, álgebra y astronomía. Se dice que acudían a ella muchas mentes del mundo antiguo, pues se consideraba una mujer brillante y liberada.
Muy cerca de ella, apuntando a un libro, encontramos a Parménides, hijo de la poesía, pues fue capaz de poner en versos su filosofía, además, su única obra se considera un poema filosófico y didáctico en verso épico con mucho énfasis en la naturaleza, La vía de la opinión y de la verdad. Incluso fue tan revelador, que se le considera precursor del idealismo platónico.
Del lado derecho, podremos encontrar a Euclides, interesado por la medición geométrica de los objetos. Con el dibujo que está realizando se hace clara su aplicación práctica del conocimiento.
También existe un autorretrato de Rafael, quien está casi en el borde del mismo lado (derecho) y usando una boina negra, rodeado de los grandes astrónomos de la época como Ptolomeo, quien sostiene un globo terráqueo, pues defendía la teoría geocéntrica y estudió el movimiento de los planetas; también está Zoroastro, quien sostiene una órbita celeste.
De igual modo, es importante recalcar que, Rafael le rinde tributo a los dos grandes artistas y pensadores del renacimiento: Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, el primero al dibujar con sus mismos rasgos a Heráclito, y el copiando las facciones de Leonardo para Platón.
En el centro inferior, vemos a Diógenes y Heráclito siendo los únicos dos personajes que se encuentran aislados y a diferencia de los demás, ellos parecen sólo estar hablando consigo mismos. Heráclito se encuentra del lado izquierdo, recargado sobre su mano, en una posición casi melancólica, pues es recordado por sus ideas pesimistas sobre la vida y el hombre. A la derecha, está Diógenes, recostado sobre las escaleras, representando su filosofía ascética, aquella en la que se busca purificar al espíritu por medio de la negación de los placeres materiales.
Éstos podrían ser los pensadores más destacados, pero también dentro de la pintura se podrán encontrar a discípulos de Sócrates como el orador Esquines, el historiador Jenofonte, o el fundador de la escuela cínica Antístenes.
También está Zenón de Elea, que planteó la paradoja de la distancia entre dos puntos como infinitamente divisible, haciendo que esa distancia no sea posible de recorrer. O Plotino, que retó a los pensadores al exponer que el “Uno” era la realidad que funda cualquier otra existencia, pues de un acto de emanación surge el intelecto y el alma.
Así, se pueden seguir listando la cantidad de filósofos que se ilustran en esta pintura, ya que existen innumerables estudios sobre ésta que han intentado teorizar sobre qué pensador trató de figurar Rafael.
Aquí se presenta una breve guía de quiénes, posiblemente, se encuentran en el fresco:
1: Zenón de Elea, 2: Epicuro, 3: Federico II Gonzaga, 4: Boecio o Anaximandro o Empédocles, 5: Averroes, 6: Pitágoras, 7: Alejandro Magno, 8: Antístenes o Jenofonte, 9: Hipatia, 10: Esquines, 11: Parménides , 12: Sócrates , 13: Heráclito, 14: Platón, 15: Aristóteles, 16: Diógenes, 17: Plotino, 18: Euclides, 19: Zoroastro, 20: Ptolomeo, 21: Protógenes, R: Apeles
La importancia de esta obra no se limita a conocer los filósofos de la Antigua Grecia, sino que es una fiel representación del pensamiento moderno y la concepción de conocimiento. El cuadro es armónico por naturaleza, la elegancia de la composición, los colores brillantes y los gestos de cada personaje podrían ser reflejo de lo que ocurre en cualquier universidad contemporánea. Hay tanta naturalidad en la pintura, que parece que uno comienza a filosofar con cuántos pensadores de la antigüedad le sea posible. De la misma forma, se expresan “las siete artes liberales”: Gramática, Aritmética, Música, Geometría, Astronomía, Retórica y Dialéctica, que aunque se encuentran separadas de lado a lado, la sinergia y la dinámica de la pintura recuerdan que no se puede entender una sin la otra, que se unen los idealistas con los realistas, y que deben existir en conjunto teniendo como protagonista al hombre.
Con esta suerte, Rafael logró hacer una de las representaciones más honestas y auténticas de lo que posiblemente ocurría en la Antigua Grecia, además nos invita a retomar los pasos del filósofo como guía de la sabiduría. Nos toca no solo mirar pinturas con más detalle, sino aprender a leerlas. Debemos recuperar el conocimiento, la conversación y el diálogo con el mismo valor que tuvieron en Atenas, así hacer con la filosofía una forma de ver el mundo.