He estado en el infierno y de vuelta. Déjame decirte que fue maravilloso.
—Louise Bourgeois
¿Cuánto valor se necesita para adentrarse a lo más oscuro de las emociones humanas?, ¿cuánto se necesita para encarar todos los defectos y llamarlos por su nombre? Fácil sería jugar a ser psicoanalista y generalizar los vicios de los demás, pero lo que realmente cuesta —y de ahí el horror— es enfrentarse a uno mismo.
Louise Bourgeois lo hizo desde el arte, volviéndose así un espejo prístino a través del cual podemos mirarnos. Estas son sus lecciones, mismas que se respaldan en toda una vida dedicada a la creación.
La vida, la materia prima del arte
El arte, el real, no está en las galerías snob donde haya canapés y vino tinto, los asistentes se toquen la barbilla y hagan cara de interesantes y juiciosos, no se encuentra en los congresos de doctorado de estética, no es lo que se vende en las enormes subastas de Nueva York a precios ridículos.
El arte, según Bourgeois, tiene una constante comunicación con la vida. No puede hablar más que de ella; éste está entretejido con ella, nacen y mueren a la par.
Incluye la naturaleza en tu obra
Una relación genuina con la vida es una relación real con la naturaleza. La artista no teme a las formas que los demás encuentran repulsivas; las arañas y los gusanos forman parte medular de su obra. Incluso, hace alegorías de su madre con los arácnidos.
Ella tiene el poder de ver lo que otros no; encuentra la belleza donde nadie más lo hace y saca conclusiones a partir de su propia experiencia. Es una especie de niña con una mirada clara y libre de prejuicios del mundo que juega con las formas, los colores y las texturas para crear un universo propio.
Está bien repetir
Pero «¿por qué regresar al mismo tema una y otra vez?» se preguntan atónitos quienes miran las esculturas y pinturas de esta artista. «Porque es la única manera de dejarlo claro», bien podría contestar. Para ella, repensar los tópicos en los que gira su obra no es una cuestión de falta de creatividad, sino un ejercicio sano y necesario para dejar en claro cuál es su búsqueda y qué es lo que su obra intenta decir.
Esto no quiere decir en modo alguno que la experimentación y la exploración queden fuera. Al contrario, rodear un mismo tema implica poner todo el empeño en entenderlo desde todas sus aristas.
Nunca dejes de hacerlo
Muchos dicen que no se vive del arte, pero Louise Bourgeois se reiría de esa aseveración. Durante casi 100 años que duró su vida, se alimentó física y espiritualmente de su creación. Nunca dejó de hacerlo, era una forma de respirar.
El arte, que es parte fundamental de la vida —de la propia— es mucho más que una visita a museos, hacer algunos bocetos durante el día, vivir de becas o exponer en alguna galería, es el fin de una existencia que busca la catarsis a través de modelar la realidad.
Pocas artistas tienen la sensibilidad de Louise Bourgeois. El reconocimiento mundial de la escultora francesa —nacionalizada estadounidense— rebasa no sólo las fronteras espaciales, sino también las de la emoción y esa, así como sus lecciones, perdurarán para siempre.
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