¿Cómo vivimos la espiritualidad? ¿Se trata de un acto basado en fe o en una conexión con lo sobrenatural? ¿Se ha convertido en un ritual vacío en el que decimos palabras a lo tonto en espera de que un poder mayor nos ayude? Creo que recientemente nos hemos olvidado del poder que tiene el arte para unirnos en la búsqueda de una identidad e incluso de una deidad. Existe una gran distancia entre la audiencia y las imágenes que muchos artistas han creado para hacerles sentir esperanza, asombro y un deseo por cambiar la realidad. La mayor habilidad que tiene el arte es convertir una simple exhibición o visita a un museo en una experiencia religiosa, tanto que muchos de nosotros olvidamos que estamos viendo una obra de arte y en cambio, estamos dándole un nuevo sentido a la divinidad.
“El diluvio”
“La anunciación”
Si entras a cualquier iglesia vieja en América Latina, seguramente encontrarás imágenes asombrosas y cautivadoras sin importar cómo eran las condiciones de la población durante la época colonial. Cada templo posee una iconografía capaz de convertir incluso al más cínico. Los monjes y misioneros de esa época tenían la tarea de convertir a la población indígena en devotos de la Corona y el Vaticano, de modo que usaron un método distinto al de los soldados. Mientras que las palabras pueden ser ignoradas, no hay nada como el impactante poder de una pintura que se impone en todo un muro o en un altar colosal.
“Oración al Dulce Nombre de María”
“Adán y Eva en el Paraíso”
El arte nos hace reflexionar y abrir nuestras mentes a una historia que al final nos hará creer que nos pertenece. Cristóbal de Villalpando fue un pintor y militar mexicano del siglo XVII, famoso por crear pinturas barrocas de pasajes bíblicos y eventos religiosos. De hecho, la Iglesia promovió el uso de este estilo artístico como parte de la Contrarreforma que se dio durante esa época. En ese entonces, necesitaban fortalecer el vínculo entre el catolicismo y sus fieles para que no siguieran otro sistema u otra variante del cristianismo. Quizá por esa razón estas pinturas tienen una tonalidad decadente, realista, y directa, para que el público pueda sentir una experiencia religiosa a través del color y realismo de las obras.
“La oración en el huerto”
“La inmaculada concepción”
Estas pinturas poseen una cualidad cinematográfica; desnudan las emociones y presentan momentos icónicos con una estética que ni la mejor fotografía en Instagram podría lograr. Cada personaje tiene un propósito, una actitud e intención. El hecho de que sean de tamaño real hace que la audiencia pueda ponerse en su lugar y se pregunte cuáles eran las emociones de estos personajes y cómo las podemos comparar con lo que vivimos y creemos.
“Moisés y la serpiente de bronce y la Transfiguración de Jesús”
“El árbol de la vida”
El lugar y el propósito original del arte religioso ha cambiado en el mundo actual. Su función principal ya no es convertirnos en creyentes o mantenernos fieles. Su nueva misión es hacernos conectar con una nueva dimensión de nosotros mismos, una que nos lleve a una consciencia más profunda de nuestra propia existencia y conexión con el mundo.
La colección de pinturas de Cristóbal Villalpando se encuentra en exhibición en el Museo Metropolitano de Arte (MET) de Nueva York. El Instituto Cultural Mexicano de Nueva York ha organizado esta exhibición con el fin de recaudar fondos para la conservación y renovación del convento de San Juan Bautista en Cuauhtinchán, uno de los tantos sitios históricos afectados por los sismos que sacudieron México en el mes de septiembre.