“Cuando nuestros ancestros españoles arribaron al continente no vinieron solos, con ellos vinieron sus dioses y sus ejércitos de ángeles armados […] Entre la espada de Cortés y la de San Miguel Arcángel no existía ninguna diferencia, y ninguna de las dos cortó de tajo las raíces”.
En 1994 apareció en la ciudad de México –y por medio de la revista político-cultural Gallito Comics– una historieta por entregas titulada Operación Bolívar, creada por Edgar Clement (ilustrador y co-fundador de la citada revista). Más tarde, la obra fue publicada como novela gráfica para adultos por Editorial Planeta.
La trama gira alrededor de Leonidas Arcángel, un cazador de ángeles que se dedica al tráfico a menudeo de las partes –corporales– de los seres que caza, noche a noche, cuando estos bajan a la Tierra. Cuando comienza a sospechar de una cruzada en contra de los cazadores de ángeles (descendientes de los nahuales que sobrevivieron a la conquista), se adentra en una espiral que lo lleva a descubrir una conspiración de alcances celestiales.
“Matar ángeles puede parecer algo repugnante… Y lo es…”
Situada en un D.F caótico, corrupto y deprimente, esta novela gráfica es, hasta hoy, no sólo un paradigma, sino un parteaguas para el comic hecho en México. El estilo narrativo y visual de Edgar Clement es de una precisión exquisita, misma que obliga al lector a revisar la obra una y otra vez, encontrando más y más capas a cada nueva lectura.
En la parte estética, encontramos que técnicas como el dibujo tradicional, el grabado, el collage y la fotografía se unen creando una experiencia visual con pocas cosas comparable. El uso del blanco y negro como eje conductor le permite a la obra crear su propio universo, y así regirse por sus propias reglas. El autor incluso se da el lujo de honrar a los grandes del arte mediantes guiños que –de manera magistral– son adaptados para unirse a la causa de la trama. Picasso, Siqueiros, Posada y Goya (entre otros) son reverenciados –y utilizados– en la realidad distópica a la que Clement nos adentra.
Por su parte, la narrativa está en todo momento al servicio de un retrato satírico y punzante de un México azotado por un mestizaje mal entendido, que rezaga a su folclor a favor de la modernidad asesina. Los símbolos del pasado –símbolos de identidad– son mera decoración cuando lo que se busca es la riqueza en la forma de un puñado de billetes verdes. La ambición de unos pocos que se sobrepone a la tranquilidad de otros muchos.
El lenguaje que Clement utiliza es el de las calles. Todos los regionalismos y coloquialismos propios de este país, son herramientas para poder leer las verdaderas intenciones de sus personajes, y poder así ver más allá de las máscaras que portan. Los paralelismos que se emplean (entre la historia del México real y la del México de esta ficción) son de una inteligencia prodigiosa, forjada en el estudio social.
A poco más de veinte años de su creación, Operación Bolívar exige su revisión a detalle y a profundidad. Como obra mítica, como referente del arte visual mexicano, como crítica mordaz y como lo que es –al final de cuantas–: la gran obra de un gran artista.