Ningún símbolo tiene sentido por sí mismo, aislado de los condicionantes que crean el contexto que lo rodea y define de entre los demás. En la Edad Media, la corona era el símbolo de control y dominio por excelencia. Los siervos estaban sometidos a las relaciones de vasallaje en sus provincias, los reinos se expandían hasta donde la jurisdicción de los monarcas alcanzaba y sólo ellos tomaban las decisiones, buenas o malas, que impactaban directamente en toda la población dentro de sus burgos. Cleopatra, Isabel I, María Tudor, Victoria I o Catalina la Grande son ejemplos de mujeres que gobernaron sus reinos con autoridad, con una marca distintiva de su poder sobre sus sientes; sin embargo, la corona en la actualidad simboliza mucho más que el dominio de un territorio determinado.
Las barreras que hace un siglo impedían a las mujeres votar, ir a la universidad o manifestarse por ellas mismas sin la necesidad de una figura paterna, poco a poco se reducen a una práctica que pertenece a otro tiempo, un pasado en el que el machismo era el común de todos los días. La reivindicación del sexo femenino no se hace en relación a su rol respecto a los hombres, sino a su capacidad de ser ellas mismas.
Uno de los diseños de tatuaje más replicados en la actualidad es la corona. A pesar de que en algún momento se trató de un símbolo de superioridad, hoy significa el autocontrol sobre sus decisiones, al mismo tiempo que alude a la fortaleza, la independencia de toda mujer en la sociedad actual y la fuerza necesaria para salir adelante y sortear cualquier obstáculo que se presente, sin importar su dificultad.
Al mismo tiempo, la corona femenina es una señal inequívoca de soberanía. La capacidad de elegir por ella misma, el poder que tiene para transformar su entorno y luchar por aquello que desea es actualmente una realidad. No sólo significa la entereza frente a la adversidad, también representa la capacidad de liderazgo para estar al frente de proyectos, relaciones sentimentales y sobre todo, de tomar las riendas de su vida y renunciar a los estereotipos, a cualquier clase de ataduras sin importar de dónde vengan: la religión, el machismo o la legislación, nada puede dominar en la mente, el cuerpo o la voluntad de una mujer decidida.
Pero no todo alrededor de este ícono reduce a la firmeza inquebrantable de las mujeres. Para ser líder hace falta un amplio sentido de justicia, solidaridad y verdad. A veces es necesario aceptar que nadie está exento de momentos tristes, decepciones de cualquier tipo o bajones anímicos. Estar consciente de ello y aceptar la ayuda no es ningún síntoma de debilidad o dependencia, sino todo lo contrario, significa enaltecer aún más la figura de una mujer que se reconoce como humana y a pesar de que se sabe independiente, entiende que también requiere de la compañía de sus seres más cercanos para encontrar la fuerza y seguir en tiempos difíciles.
Las guirnaldas o coronas de olivo son otro diseño de coronas que demuestra la nobleza, la valentía y la victoria. Además de un símbolo asociado con el triunfo en la Antigua Roma, también es muestra de alguien que no sólo sigue sus sueños, también se esfuerza por trabajar para hacer realidad los deseos de quien ama.
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