¿Cómo denunciarías un abuso sexual?
Seguramente cuando lo piensas, crees que si te pasara, irías directo a la policía o alguna autoridad para que tome las medidas necesarias y haga justicia contra el agresor; pero es mucho más complicado de lo que crees. Denunciar un abuso sexual requiere de las agallas más grandes, el poder para luchar contra la vulnerabilidad y la confianza de que el agresor recibirá un castigo.
Entonces, tal vez pienses en todas esas veces que un pequeño acto de violencia contra ti te hizo pensar en lo frágil que eres, y que somos todos. A mí también me han tocado en el transporte, me han acosado en la calle y pocas veces he contado mi experiencia. Porque no puedo. Me da terror a que me vean con lástima, que el trato cambie o que, alguien sea capaz de insultarme por dejar que todos conozcan mi experiencia.
Sin embargo, hay otras mujeres que lo han hecho. Ante sus casos, esos en los que la solidaridad debería reinar, aparecen críticas, duda y la insulsa idea de que mentirían… ¿Para qué mentir? ¿Por qué creer que alguien podría inventar una historia tan elaborada para llamar la atención?
En uno de sus proyectos para la clase de arte, la estudiante de la Universidad Nebraska Wesleyan, Emma Krenzer, de 19 años, hizo un mapa de su cuerpo. El profesor les había pedido crear un mapa de algo, cualquier cosa, y esto fue el mejor motivo para que Emma produjera una intervención fotográfica capaz de impactar masivamente.
Le pidió a su amiga una fotografía en blanco y negro. Sin mostrar el rostro, un cuerpo yace firme contra la pared. Un collar le da el único adorno sobre su desnudez y pinturas de diversos colores se posan en ella, como si de una cartografía a trazo limpio se tratara.
Los colores muestran sus divisiones políticamente incorrectas. Debajo, las acotaciones dicen más de lo que muchos quisieran:
Cada color del mapa se refiere a alguien que la tocó, a su mamá le corresponde el color morado, el azul para su papá, el verde es el color que representa a sus hermanos, el amarillo a sus amigos, el naranja está destinado a sus amantes. Hasta aquí todo parece normal y muy similar a lo que ambos sexos podrían plasmar en sus cuerpos; sin embargo, para Krenzer hay otro color: el rojo. En su descripción, bastan cuatro palabras (siete en español) para lograr impactar a todo el que ve su obra: “alguien a quien le dije que no”.
Cuando Emma compartió su fotografía en redes sociales, la publicación inmediatamente se viralizó. Entre sus declaraciones, aseguró que hizo el proyecto para ella, para poder visualizar el impacto duradero que el tacto de alguien más puede tener sobre un individuo.
Además aseguró que siempre pensando en lo que era verdadero para ella, intentó mezclar en su obra lo que la gente percibe como una verdad común. Así, Emma hizo de un tabú común para nuestra sociedad, el mejor tótem de valentía y denuncia.
«Algunos me dijeron que estallaron en lágrimas después de ver la pieza y otros me agradecieron en repetidas ocasiones por crearla. No tengo palabras para describir cómo me hace sentir eso».
Finalizó su proyecto la noche que regresó de la Marcha por las Mujeres en Washington, D.C. y en ese momento lo subió a Twitter. Entre las respuestas que recibió, están aquellas que demuestran el impacto que es capaz de generar una obra de arte: «esto me golpeó muy fuerte» o «cuando leí lo que las áreas en rojo significaban, me quedé boquiabierto. Este es un trabajo de arte magnífico, nos hace pensar y apreciar».
Su pieza ha hecho que una gran cantidad de público se identifique; sobre todo porque, como ella lo dice, con este tipo de arte con total apertura y vulnerabilidad, el espectador también se permite ser vulnerable y completamente abierto; así, la artista pretende seguir con este y otros proyectos en los que el cuerpo humano le ayude a expresar mensajes importantes.
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Emma no es la única artista que utiliza su cuerpo para denunciar la violencia de género. Muchos grupos feministas lo logran aunque a pesar de su éxito, tengan miles de opiniones en contra que les critican el hecho de denunciar mientras son cosificadas. Una de ellas es Milo Moiré, la artista que dejó que tocaran sus genitales para que el público sintiera vergüenza de sí mismo.
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Referencia
Huffington Post