“La función del arte en la sociedad es edificar, reconstruirnos cuando estamos en peligro de derrumbe.” Sigmund Freud
A veces los finales representan nuevos inicios y lo que parece estallar sin remedio puede dar origen a nuevas formas, como el fuego que al extinguirse deja restos y cenizas, tal como aquellos momentos en los que creemos que todo ha acabado y solemos darnos cuenta de que sólo nos hemos reinventado porque nuestro mundo es tan caprichoso que en cada ciclo que se cierra se ha escondido una nueva versión de nosotros.
Vivir es derrumbarnos y re-armarnos constantemente, es entender que la destrucción no es algo negativo, la destrucción es la explosión de la creatividad en mil nuevos pedazos. Nunca podremos ganarle la batalla al tiempo, a pesar de nuestros intentos como especie por ser eternos, la muerte y la batalla contra lo efímero han sido elementos presentes en el arte durante muchas civilizaciones. Por desgracia todo lo que producimos para nuestro consumo, no desaparece con la misma velocidad que nosotros y se acumula convirtiendo nuestro mundo en un gran basurero a punto del colapso. El abandono es la prueba más grande del ego, de la especie que encuentra más práctico deshacerse de las cosas y cambiarlas por algo nuevo, sin darse cuenta de que el desperdicio es el verdadero apocalipsis del mundo que conocemos.
Sin embargo, en ocasiones los lugares abandonados por el ser humano le dan la oportunidad a la naturaleza de reclamar los espacios que antes le pertenecían, y de este modo sobrevive un ecosistema entero en cada objeto que, una vez que ha perdido su función original, se convierte en algo distinto.
Rescatar el caos como parte de nosotros es la fuente de inspiración para los cinco artistas que te presentamos a continuación; cinco enfoques distintos que demuestran que la destrucción también puede crear y que el abandono quizá no existe porque siempre hay algo nuevo que habita los espacios que elegimos olvidar.
Manu B. León
La obra de Manu B. León nace junto con el lento proceso natural de la destrucción de los materiales industriales y los desechos de la sociedad de consumo. Se centra en los objetos, como una crítica social al sistema económico que nos encierra en el círculo vicioso de los excesos y la acumulación. Pero también rescata en sus trazos la parte de nosotros que queda atrás en los objetos que nos han pertenecido. El deshuesadero del olvido en su gráfica refleja el desgaste material como arrugas en la piel; la corrosión de los automóviles que han perdido su función, pero que bien podrían ser una metáfora de nuestra propia e inevitable vejez. Estos objetos han sido reemplazados por algo mejor, por el último modelo, el más innovador, y a pesar de ello, entre sus texturas se manifiesta la belleza de la derrota ante el tiempo, la romántica concepción de que perecer es lo que le da sentido a nuestra existencia.
Seph Lawless
Seph Lawless ha recorrido el mundo en busca de centros comerciales abandonados, testigos de la industria en declive y de la cultura del desecho. También ha sido cautivado por parques de diversiones, hospitales y casas deshabitadas que resguardan oscuridad y misterio. Sus fotografías juegan con nuestra curiosidad, somos libres de imaginar lo que deseemos acerca de estos escenarios ¿quién habitó esa casa? ¿qué secretos esconde? ¿qué historias se ocultan entre las paredes húmedas?
Manuela García
Las pinturas de Manuela García son ventanas a un mundo en ruinas, cementerios compuestos de edificios que parecen estar a punto de desmoronarse , seguidos por la frágil utopía de un mundo en equilibrio. Su universo pictórico es un paisaje urbano devastado que se erige frente a nuestra mirada, atmósferas arquitectónicas en un eterno silencio, escenarios de la decadente industrialización. Manuela retrata el vacío de una ciudad sin habitantes o un tren sin pasajeros, espacios donde el tiempo parece detenerse, una dimensión donde el mundo se ha librado de la plaga humana que inventó la bomba atómica y las guerras como demostración de nuestro poder autodestructivo.
Jesse Rockwell
Rockwell encontró, en medio de la globalización, un hueco en el sistema del consumo que plasma en este proyecto que se aproxima a retratar el ecosistema del abandono. Sus fotografías han desvelado los secretos que oculta un centro comercial abandonado en Bangkok, un espacio al que es muy difícil entrar porque los propios habitantes de la zona se han dado a la tarea de custodiarlo, este lugar condenado al olvido sufrió los estragos de una inundación que paradójicamente lo transformó en un refugio para especies exóticas de peces como la carpa Koi y el pez gato, así se originó este oasis en medio de una de las ciudades más habitadas del mundo, un acuario urbano autosustentable que nos ha demostrado una vez más el poder de la naturaleza.
Chantal Peñalosa
A diferencia de los artistas anteriores, Chantal Peñalosa no sólo explora en su obra los efectos del abandono en los lugares sino las causas de su estado actual, con un enfoque político analiza los ámbitos socioeconómicos de las ciudades fantasma gobernadas por la violencia, el narcotráfico, la espera y el estancamiento. Uno de sus últimos proyectos involucró a un centro comercial de la ciudad de Tecate, “Tenemos muchos recuerdos de ese lugar, lo único que no recordamos es el día que dejamos de ir” , es un proyecto que documenta cómo poco a poco desaparecen los locales y negocios que solían ser visitados por la comunidad. Mientras que en “El día en que el fin del mundo se suspendió por mal tiempo”, la artista registró en video diferentes salas de cine de la misma ciudad fronteriza, durante los primeros minutos la imagen y el audio comienzan, pero si después de 15 minutos aún no se presenta nadie, se encienden las luces y termina la función de acuerdo con las políticas que han tenido que adoptar estos establecimientos por falta de público; en sus videos nunca llega nadie a la función, lo que refleja una sociedad que ha sustituido los ratos de entretenimiento por el miedo y ha cambiado las comedias románticas hollywoodenses por los violentos relatos de la nota roja de la prensa local. Su trabajo es una reflexión acerca de lo que ocurre cuando se destruye la vida tal como la conocemos, dando paso a una realidad que se desmorona frente a nosotros.
Manu B. León y Manuela García forman parte de las 22 promesas del arte y la creatividad en México en 2016, una selección realizada por Cultura Colectiva para difundir el sector artístico nacional.
Conoce más acerca de este proyecto en:
CC186
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