Bernardo Strozzi nació en Génova en 1581 y es uno de los exponentes más importantes del barroco genovés. Fue pintor de historia, sujetos mitológicos, composiciones religiosas, sujetos alegóricos y retratos. A la edad de quince años empezó a recibir lecciones del pintor manierista Pietro Sorri. Es conocido como el Capuchino o el Padre Genovés porque en 1597 ingresó a la orden capuchina, rama de los franciscanos, la que tuvo que abandonar para cuidar a su madre enferma. A la muerte de ésta debía reincorporarse, pero su negativa provocó su encarcelamiento por tres años y que fuera expatriado a Venecia, donde permaneció hasta su muerte en 1644. En 1610 comenzó su producción artística con un estilo manierista, con personajes irreales y el uso de colores chillantes. A partir de 1615 se nota un cambio importante en sus pinturas, influenciado por Orazio Gentileschi, Peter Paul Rubens y Caravaggio, desarrollando un estilo más naturalista.
San Francisco de Asís representa al fundador de la orden que llevaría su nombre. El que fuera más tarde proclamado santo, decidió vivir como Cristo: renunciando a sus bienes materiales, y se dedicó a predicar el evangelio, tratando de cumplir los tres votos: castidad, obediencia y pobreza. Según los relatos, San Francisco fue estigmatizado después de haber pasado la noche entera meditando la Pasión de Cristo, durante la que tuvo la visión de un serafín clavado en una cruz. Cuando el serafín desapareció sintió agudos dolores que se mezclaban en su éxtasis y se dio cuenta que tenía las heridas de Jesús. En la pintura de Strozzi vemos al santo con una mirada mística, dirigida al cielo, derramando lágrimas, vestido con una sencilla y pobre túnica, con parches que indican la austeridad. En una de sus manos se representan las heridas y con ellas sostiene un crucifijo. El cráneo es uno de los elementos que identifican a este santo en la iconografía cristiana, al igual que el libro.
Bernardo Strozzi nos regala un cuadro lleno de expresión, movimiento y emotividad que es capaz de remitir al portentoso momento de la estigmatización utilizando una paleta de colores sobria, sin abusar del manejo de la luz. Logra transmitir, a través del rostro del santo, instantes de dolor y júbilo, dejando plasmada la devoción existente hacia San Francisco, inmortalizándolo en uno de los momentos más importantes de su vida.
Ficha técnica:
Bernardo Strozzi, Génova, 1581 – Venecia, 1644
San Francisco de Asís, s.f.
Óleo sobre tela
Sin marco: 75.8 x 54 cm
Con marco: 106 x 85 x 10.8 cm
SIGROA 5887