El director que probablemente representa de manera más adecuada el pesar y la depresión dentro del género femenino, a pesar de ser hombre, es Woody Allen. El neoyorkino hace una observación plena y analítica del comportamiento humano y de qué elementos suelen ser los que causan conflicto dentro de ellas. Cintas como “Interiors”, “Hannah and her Sisters” y “Annie Hall” son buenas muestras de esta constante revisión psicológica; pero el mejor y el más complejo es “Blue Jasmine”.
La protagonista, quien vive con su hermana, no supera una dura depresión que, incluso, le causó un colapso nervioso. Durante la cinta notamos que la infelicidad de Jasmine –que causa daños dentro de su propia familia– no nace a partir de lo que le sucede al inicio de la cinta, sino dentro de ella misma.
Es importante aclarar que la infelicidad no sólo se expresa mediante caras tristes o poco deseo de pararse de la cama, una persona en ese estado también puede presentar euforia o incluso parecer “normal”. Y aunque es más que claro que la mayoría de las personas no son “felices”, no tienen un sentimiento interno deplorable que como consecuencia dañe a las personas a su alrededor.
No existe una personalidad específica para una mujer infeliz. Podrían ser pasivas pero también pueden encontrar el tiempo para culpar al mundo de todos sus problemas, creando conflictos constantemente o exigiendo algo que creen que es suyo por derecho. Fallan en darse cuenta de que su misma actitud y sus hábitos influyen en su falta de alegría y las mantiene inmersas en un mundo más oscuro. Los siguientes son algunos hábitos de ese tipo de mujeres:
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Viven en rol de víctimas
La infelicidad no radica en las acciones de la otredad, sino en nuestra reacción a esas problemáticas. Las mujeres infelices suelen vivir en el rol de víctimas, manteniéndose siempre como la afectada ante todas las situaciones con las que se encuentren en el mundo. Siempre verán toda actitud de otra persona como un obstáculo que sirve para que no avancen. Si algo es general en las mujeres infelices es el hecho de que creen que son el centro del universo y si algo malo les pasa, no puede ser su culpa.
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No aceptan completamente sus logros
A pesar de que existan buenos momentos en las vidas de las mujeres infelices, por lo general tendrán un temor que les impida aceptar completamente sus logros. Su misma personalidad hace que disminuyan la felicidad hasta erradicarla, eliminando toda posibilidad de mejorar en su mente. Consideran que no han trabajado lo suficiente, por lo que continuamente existirá una costumbre de no quedar satisfecha nunca, causando así mucho dolor inconsciente.
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Viven con celos y resentimiento
Algo muy característico en las mujeres que no pueden encontrar la felicidad es que suelen pasar tiempo mirando a su alrededor, identificando todo aquello que no tienen. Pueden mirar las relaciones de otras personas o cómo les va bien en el trabajo causando así una envidia que invade sus pensamientos. Asimismo existirá un resentimiento hacia todo aquello que considere que haya sido un impedimento para su propia felicidad. Puede ser su familia, sus amigos o todos en general. Se ensimisman pensando que están contra todos, cuando en realidad, si se detuvieran a ver sus propias cualidades comenzarían a aceptar como personas y avanzar en el camino a la felicidad.
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Temen al futuro
Gran parte de la infelicidad tiene que ver con la ansiedad. Esa condición acelera el pensamiento y hace que desarrollemos ideas que no son completamente ciertas pero que van unidas a nuestros peores miedos. Las mujeres infelices le temen al futuro por esa misma causa. Debido a que no encuentran su propio camino en la vida, no quieren ver lo que sigue adelante. Se pueden limitar a no aceptar a una nueva pareja porque piensan que encontrarán algo mejor o que quizá no sea tan bueno como piensan. Al final son más formas de negarse la felicidad.
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Se preocupan demasiado por las acciones de los demás
A pesar de mantenerse como el centro del universo, fungen como un observador universal. La misma ansiedad crea la idea de que todas las acciones de las demás personas en este mundo están de cierta forma relacionadas a ellas. Cualquier mínimo detalle que puedan encontrar en la vida de alguien más lo explotarán para tratar de nivelar a los demás a su propia mentalidad
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No sabemos con precisión si ser “feliz” es posible. Sin embargo, vivir en estado constante de infelicidad puede llevarnos por un camino de autodestrucción que puede pasar desapercibido si no se nota cuál es el verdadero problema. Muchas veces nuestra percepción del mundo y de la hostilidad que encontramos en él provoca un estado mental del que es muy difícil de escapar.
Ser una mujer infeliz por lo general deriva de distintas angustias que no les permiten ver lo bueno del mundo. Practicar para tener una mejor autoestima o acudir a un especialista puede ser la mejor opción en estos casos y finalmente encontrar la luz.