“Porque un buen día hay un cuerpo a nuestro lado y comprendemos que si desapareciera sería para nosotros una mutilación”
Belén Gopegui
Hay quienes acuden a los libros y a la literatura en general en busca de respuestas, pero lo ideal es que consigan preguntas. El lado frío de la almohada pone sobre la mesa unas cuantas que son esenciales: ¿Dónde yacen todos esos sueños no realizados, todas esas palabras no dichas? ¿Dónde encuentra su reposo el deseo cuando muere en la punta de la lengua, antes de poder ser expresado? ¿Dónde se entierra el amor que se marchitó antes de poder florecer?
El lado frío de la almohada (Anagrama, 2004), la décima obra de la escritora madrileña Belén Gopegui, narra el conflicto de dos países: Estados Unidos y Cuba, desde un punto de vista castrista, es decir, a favor de Fidel Castro y de la Revolución Cubana. El tema retomó su relevancia tras la muerte del Mandatario, el 25 de noviembre del año pasado, a la edad de 90 años.
Belén Gopegui
Este suceso sacudió a masas de población en distintos países y no tardaron en aparecer titulares como: “En la isla hay pesar, pero también esperanza en un futuro” y similares. ¿Cuál es la importancia de alguien como Fidel en un mundo gobernado por el capitalismo? La respuesta parece simple: Castro ofrecía un gobierno que prometía igualdad de oportunidades, justicia y buscaba crear una sociedad no basada en el dominio de la economía ni en el sacrificio del más débil; un gobierno que algunos desean y otros repudian, así como otros prometen y no cumplen.
Pero ahora no es momento de hablar de política, sino de las razones tras algunos de los conflictos más importantes que se presentan en la historia del hombre como individuo y como sociedad, relacionados estrechamente con sus miedos, debilidades, deseos y sueños no realizados.
El lado frío de la almohada, al plantear el sentido de defender en la actualidad un proceso como la revolución cubana, expone los conflictos esenciales entre lo individual y lo colectivo e interioriza el papel de lo no imaginable. El título de la novela remite a esa necesidad de escapar del calor del otro y sumergirse en la cómoda y apacible soledad. En otras palabras, dar la vuelta a la almohada y sentir contra la mejilla el lado frío, límpido, aséptico y casi impoluto, donde el rostro puede descansar, mientras todos esos muertos susurran tiernamente al oído: sueños sin realizar, ambiciones no llevadas a cabo, palabras no dichas y emociones no expresadas a tiempo. Buscar el lado frío es conformarse a una existencia vacía, mediocre, sin sentido; es retraerse y permanecer como en un ferry, yendo de un sitio conocido a otro ya visto y viceversa, sin la posibilidad de viajar y conocer otros destinos.
A manera de discurso lineal la novela trata temas de política, filosofía, literatura y moral. Es un relato de agentes cubanos que intentan tender una trampa a los estadounidenses, por lo que usan como intermediarios a Laura Bahía, del lado de los cubanos, y a Phillip Hull, de los norteamericanos. Ambos, a pesar de ser enemigos y completamente opuestos en personalidad, rasgos y edades, se enredan en un amor hermoso pero imposible, y no precisamente por sus ideologías políticas.
La historia se sitúa en Madrid, con Laura Bahía como protagonista principal: una joven cubana de 28 años, huérfana a los 18, que vivió gran parte de su vida en Cuba, partidaria de Fidel Castro, individualista, aparentemente fuerte en convicciones y cautelosa en sus acciones; una mujer que ha aprendido a controlar el deseo —o “temblor” como ella lo llama— al refugiarse tras una capa de impasibilidad hasta que entra en escena su enemigo y posteriormente amante, Phillip Hull, un hombre cobarde, fracasado e inútil de 57 años.
Entrelazadas en la historia, como un recurso metanarrativo, hay cartas escritas por la protagonista hacia un hombre distinto a Hull: el director de un periódico. Estas epístolas revelan su amplio vocabulario y conocimiento literario, aunados a los sentimientos que siente, expresados mediante palabras que desgajan su armadura y la muestran finalmente desnuda y humana, en fin, realista. Hull también tiene una evolución notable tras conocer a Laura, pues pasa de ser un hombre conformado con su mediocre existencia a formularse y plantearse un futuro distinto en el cual realmente pueda vivir: “A veces crees que estás perdido y encuentras a alguien. Es como si hubieras encontrado un trozo de madera al que agarrarte, ya no te hundirás. Pero siempre hay una costa. Por fin llegas a una costa y tienes que estar de pie. Tienes que construir una vida”.
Uno de los temas en las cartas son los sueños “fragorosos” de todos: capaces de causar un ruido estruendoso en su paso por la vida, debido a que no son concretos, sino imprecisos, a veces imposibles, y generan en sus portadores la nostalgia del “hubiera sido”, un tiempo que no existe, ni existió ni existirá porque no hubo oportunidad de llevarlos a cabo, y si la hubo, por miedo, se dejó pasar.
El miedo es una emoción primitiva del ser humano, es el principal motor que impulsa a la toma de decisiones para la supervivencia y para la protección. Pero así como impulsa a la acción, puede actuar como un freno que merma las relaciones humanas, disfrazándose de una defensa a la propia autonomía y libertad. Se prefiere la traición para conservar el corazón intacto, pero no así la conciencia, pues todos los muertos yacen en nosotros, cada noche, cada día.
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Los libros encuentran su propósito a medida que pasa el tiempo y atraviesan el imaginario colectivo. Mira aquí cómo estos títulos pueden iluminar tu camino o hacerlo más oscuro.