Con el objetivo de poder crecer y cosechar órganos humanos dentro de otras especies algún día, un grupo de científicos se ha dedicado a investigar y experimentar con ratones y cerdos los procedimientos necesarios para lograr su meta.
Vistos como un tabú por algunas personas y cuestionados moral y éticamente por otras tantas, los procedimientos, que cruzan la frontera entre la unión de las especies, han resultado ser más complejos de lo pensado. Por el momento, los investigadores han conseguido cultivar en ratones páncreas, corazones y ojos de ratas; y también generar células y tejidos humanos en embriones de vaca y cerdo.
“Desde 1998, cuando un grupo de la Universidad de Wisconsin en Madison halló la forma de aislar células madre de embriones humanos, los biólogos plantearon la posibilidad de usar esas células para fabricar órganos humanos trasplantables a pacientes. Casi veinte años después, generar órganos en la placa Petri se ha demostrado engorroso”, relata el nefrólogo Josep Maria Campistol, del Hospital Clinic de Barcelona.
Sin embargo, la dificultad reside en poder trasladar este procedimiento al cultivo cerdo-humano, ya que lo que sirve para un órgano de rata en un ratón, no sirve en este caso para un órgano humano en un cerdo.“Hemos demostrado que una tecnología de alta precisión permite que un organismo de una especie produzca un órgano concreto compuesto de células de otra especie; esto nos aporta una herramienta importante para estudiar la evolución de las especies, su biología y sus enfermedades, y al final puede conducir a la capacidad de cultivar órganos humanos para trasplantes”, dice el jefe de la investigación, Juan Carlos Izpisúa.
A pesar de que falta un largo camino antes de que los científicos puedan convertir un cerdo común y corriente en una máquina generadora de órganos, las células y tejidos humanos cultivados en cerdo podrán utilizarse para probar candidatos a fármacos de formas drásticas y eficaces: de formas en que no se pueden probar en una persona.
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