En el sureste asiático, los habitantes de las islas de Indonesia aumentaron el consumo de carne de perro, frente a la que proviene de res. No se trata de una decisión por mejor sabor o para, de alguna manera polémica, acabar con el número de canes sin dueño en las calles.El periódico estadounidense The New York Times investigó que en los últimos años creció este consumo porque se trata de una carne más barata y porque resulta accesible criar perros y gatos para consumo humano.Un perro vivo cuesta 15 rupias (poco más de 30 centavos de dólar) y la libra de su carne se vende en 2 rupias (alrededor de 4 centavos de dólar) en los mercados. Cada año se comen 70 mil perros.
El espacio es otro punto a favor, ya que una vaca requiere de un área más grande y otro tipo de alimentación, a diferencia de un perro. Es más, mucha gente defiende que la carne de perro tiene altas propiedades nutricionales.
Además, la gente le atribuye propiedades medicinales, como curar el asma y otras enfermedades.
Indonesia es el cuarto país más poblado del mundo y con mayor número de musulmanes, pero también donde la mitad de sus habitantes viven con menos de dos dólares al día.El total de su gente es de unos 240 millones de personas, donde la mitad no tiene cubiertas necesidades básicas como agua potable, alimentación adecuada, salud, educación y vestimenta.Por ello no sorprende que dueños de carnicerías y restaurantes se inclinen por su consumo, pese a la oposición de defensores de derechos de animales, quienes alegan un repunte de asesinatos de perros.
El consumo de esta carne ha sido bien recibida entre los indonesios, práctica que es rechazada en otros países de la región asiática, como Corea del Sur y algunas zonas de China.
Año con año, organizaciones defensoras de los animales presionan al gobierno de China para que cancele el festival anual de carne de perro, que se realiza a mediados de junio y donde calculan hasta 20 millones de canes son sacrificados anualmente.El festival en la ciudad china de Yulin es visto como un símbolo de crueldad extrema contra los perros, así como su proceso carente de medidas básicas de higiene, debido a que este naciente sector aún no está regulado.Su críticos refutan que se trate de una tradición china, que incluso fomenta el robo de mascotas, que recién surgió en 2010 y carece de valor cultural, como otras milenarias costumbres de este país.
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