En Afganistán las mujeres dan a luz en cuartos minúsculos e improvisados, separados apenas por sábanas delgadas y floreadas. El espacio se asemeja más a una habitación de burdel que a un lugar para traer al mundo a alguien o por lo menos intentar hacerlo dignamente.
Las tasas de mortalidad materna permanecen ocultas en Afganistán: Las cifras “oficiales” —publicadas por los organismos internacionales que brindan ayuda sanitaria en el país—
no revelan los números reales, los cuales ocultan una grave crisis sanitaria y de servicios médicos para las mujeres en gestación o en trabajo de parto.
De acuerdo a The Guardian, el Fondo de Población de la Organización de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés) hizo una investigación (que aún no ha sido publicada) y siguiere que las tasas de mortalidad materna no han disminuido, como marcan los números oficiales emitidos por los cuerpos de ayuda humanitaria, e incluso, muestran un aumento significativo.
La realidad es que hay el doble de casos de muertes maternas. En el 2010 —revela el diario británico— de cada 100 mil mujeres que dan a luz, 327 murieron, “una disminución significativa de las mil 600 que morían en el 2002”.
Sin embargo, encuestas recientes consultadas por trabajadores humanitarios revelan un panorama diferente: El gobierno afgano reporta entre 800 y mil 200 muertes por cada 100 mil “nacidos vivos”.
En cuanto al reporte que hizo la UNFPA, detectaron mil 800 muertes en la provincia de Ghor, mientras que nueve de once provincias tienen tasas de mortalidad más altas que lo que reportan los “donadores”.
En las zonas rurales es donde las mujeres son más vulnerables. En un reporte de prensa, Reuters sugirió que se debe a un deterioro de la seguridad y las situaciones precarias del lugar:
Transportar a las mujeres embarazadas o que están a punto de dar a luz desde zonas rurales hasta las clínicas es ya una “proposición difícil en un país donde muy pocas personas tienen dinero para comprar automóviles y donde las calles no reciben un mantenimiento adecuado”.
Ahora, esa situación se podría volver aún más peligrosa si las viajeras y las parteras son “blanco fácil” para los grupos rebeldes que sostienen tiroteos cotidianamente.
A pesar de que en los años recientes el gobierno ha invertido en capacitar y entrenar a las parteras, además de que cada vez más mujeres están dispuestas a ayudar en los nacimientos, ese no es el único problema.
De acuerdo a lo que dijo para The Guardian Bannet Ndyanabang, representante del UNFPA en Afganistán, el entrenamiento no es la única cuestión: “Deben desplegarlas (a las parteras) en las áreas donde las necesitan. No importa si hay centros de salud si no cuentan con el personal capacitado”:
Una de las posibles soluciones para la crisis, además del despliegue, sería ofrecer inventivos para que más parteras y enfermeras quieran trabajar en las áreas rurales que generalmente son donde más mujeres pierden la vida al dar a luz o durante el embarazo.
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