En un país tan contrastante a su interior como México, donde a veces resulta imposible o contrariado el hablar de un amor libre y lleno de posibilidades en nuestra sociedad, existen –a pesar de lo evidente– alternativas de acción para las relaciones homosexuales o que caben en un plano real de la diversidad y se necesitan incluir en esa urgencia humana de afecto sin límites. No ha sido fácil, pero en un recuento histórico, podríamos hablar de cierto avance y de algunos buenos niveles de progreso en cuanto a aceptación y tolerancia en el acto más puro que podríamos tener los mexicanos: amar.
“O se ven y se aceptan las cosas como son, aquí y ahora, o no va a existir manera de solucionar esta serie de polémicas que ahora nos persiguen en el debate político y cultural del país”.
A partir de acervos como el que perteneció a Carlos Monsiváis y que hoy se expone en el Museo del Estanquillo, espacio que siempre lucha por la visibilidad y el reconocimiento de lo propio o lo olvidado en cuanto a identidad nacional, es factible encontrar una crónica visual de las costumbres amorosas y las prácticas sexuales que han tomado a México como escenario desde el tiempo de la Colonia hasta nuestros días. Grabados, dibujos, testimonios, pinturas y sobre todo fotografías componen un registro de la vida diversa que ama en nuestro suelo.
Con este archivo que pretende revelar toda aquella imagen que hasta hoy nos ha regido en cuanto a configuración identitaria y ha provisto de una ligera hipocresía –justo como la que vivíamos hace unas décadas cuando, en programas dominicales de revista, Daniela Romo, Miguel Bosé y Juan Gabriel nos hacían bailar a todos con sus transgresiones de género, pero nos dejaban vivir con los ojos a medio vendar gracias a su talento y a la vaga pero efectiva aceptación de la sexualidad diversa–, se puede adelantar nuestra mirada hacia un terreno donde sea posible vivir en paz sin importar las orientaciones o preferencias de nadie. Porque, en efecto, ya lo hemos hecho.
“Lo que sí se hace latente con la presencia de estos documentos es la predisposición que los mexicanos tenemos para aceptar lo que nos parece extraño, lo que se muestra diferente pero enigmáticamente bien resuelto”.
La exposición de estas fotografías y el amplio conocimiento actual que se tiene de la “vida gay” y la diversificación de los géneros, no se da porque “estemos preparados” en México para tal situación; de hecho, nunca vamos a conseguir dicha preparación como un previo. O se ven y se aceptan las cosas como son, aquí y ahora, o no va a existir manera de solucionar esta serie de polémicas que ahora nos persiguen en el debate político y cultural del país.
Lo que sí se hace latente con la presencia de estos documentos es la predisposición que los mexicanos tenemos para aceptar lo que nos parece extraño, lo que se muestra diferente pero enigmáticamente bien resuelto. Hace notoria nuestra capacidad de entendimiento hacia cualquier persona y vuelve transparente esa frágil convicción de que somos, en relación amatoria, tan sólo hombre, mujer y nada más.
Si hemos demostrado ser una nación predispuesta y abierta al amor, un lugar en el espacio que le canta y rinde tributo constante al perder la respiración por alguien, cómo continuar en el discurso cansado de que no es “natural” el amor entre dos hombres, dos mujeres o personas que decididamente han roto cualquier paradigma de la sexualidad. Cómo cuestionar a alguien que es feliz y se entrega sin medida a los brazos de su ser amado, si lo que mejor sabemos hacer los mexicanos es reír y vivir a partir de suspirosos cariñosos.
Dónde nos queda Salvador Novo, Chavela Vargas, Frida Kahlo, las extravagancias de Nahui Olin o el mismo Monsiváis, por ejemplo, si no es en el corazón que cargamos en nuestros cuerpos. Cuerpos que sólo entienden una cosa: lo difícil que es vivir sin la persona a quien amas. Los trazos de la poesía, la pintura y la música mexicanas no se cargan en la heterosexualidad, se llevan en lo que de verdad cuenta: el alma.
Por ello, ahí están las evidencias de que la vida amorosa de nuestro país ha evolucionado y hemos sido las piezas clave para que la liberación sexual se dé como debe ser, que la Iglesia no interfiera en nuestros usos, que no se confunda más la pederastia con cualquier preferencia tildada de perversión, que no se persigan a más Fiestas de los 41 y que en este país nos podamos desenvolver todas las personas como lo que somos. Seres humanos que amamos con la misma intensidad que se pinta en México. Para continuar con el tema del amor, su diversificación y el poco entendimiento que suele atravesar a sus formas, observa estas Fotografías de un mundo donde amar es algo ilegal y las Fotografías de parejas que se tienen que esconder de las calles en Vietnam por ser juzgados al ser homosexuales.