“Yo no perdí mis ojos, mi vista se esparció por otras parte de mi cuerpo.
La visión que tuve antes de los 25 años se fusionó con el resto de mis sentidos. Mis manos se volvieron mi nueva córnea y mi olfato, gusto y oído se convirtieron en otros receptores de luz, a través de los que veo el mundo. Dejé de observar rostros para comenzar a sentir la furia, la felicidad, el enamoramiento, la tristeza y otras emociones en las facciones de las personas. Deje de identificar un muro frente a mí, pero comencé a reconocer otra clase de obstáculos. Con mis oídos aprendí a comprender las intenciones de quienes están a mi alrededor, percibo a los que confían en mí y entonces yo confío en ellos. A través de mi audición encuentro los obstáculos que limitan mi éxito y escucho los pasos de los que me apoyan. Recibo información cada segundo a través de mi olfato y soy consciente de la existencia de otros seres a partir de lo que puedo percibir con mi nariz. Todos los que piensan que dejé de disfrutar la vida, deben saber que ahora puedo ver los sabores como colores dentro de mí. No sólo me deleito con ellos, los distingo con exactitud y dejo que ellos endulcen cualquier día amargo”.
Así es como las personas con ceguera perciben el Universo. Los sentidos que todos subestimamos guían y completan a quienes por alguna razón perdieron parcial o totalmente la vista. Gerardo Nigenda, fotógrafo mexicano, aprendió a ver con sus manos, a observar con sus oídos y a detectar con su olfato. A través de la intuición y creatividad encuentra el plano perfecto para disparar su cámara. Como si se tratara de un texto en braille, la piel de las mujeres que retrata lo guían a través del calor de sus poros. El contacto entre dos seres, el fotógrafo y su modelo, es el lenguaje a través del que Nigenda se comunica. Los desnudos femeninos que este artista ha capturado son el resultado de la simbiosis entre una mujer que esperaba ser retratada y un fotógrafo que detectó su deseo. A través del tacto Nigenda elige el momento en el que debe presionar el obturador para no sólo retratar un rostro o cuerpo, sino para capturar la sublime esencia que rodea todo su proyecto: el erotismo y la audacia. Esta serie fotográfica que no está hecha más que con la emoción que el artista mexicano percibe a través de sus sentidos.
Mary Ellen Mark, reconocida fotógrafa estadounidense, le obsequió una cámara fotográfica con sensores a Nigenda. Quien en poco tiempo se convirtió en un artista de retrato erótico. En blanco y negro y con ayuda de los sensores de su nueva cámara Gerardo Nigenda comenzó su carrera como un fotógrafo del desnudo femenino. Este hombre de bastas cualidades artísticas, nació en la ciudad de México en 1967. A la edad de 25 perdió la vista y así comenzó una nueva e importante etapa en su vida, llena de creatividad y oportunidades para compartir sus conocimientos con otros.
Durante su juventud se dedicó a ser el bibliotecario de una librería de ejemplares en braille. Después se ofreció como profesor de matemáticas, ciencias de la computación y braille en la organización oaxaqueña “Desarrollo Integral de la Familia”, misma en la que pasó la mayor parte de su vida como educador. No fue hasta los 32 años que él tuvo su primer acercamiento con la fotografía. El regalo de Ellen Mark, una cámara de bolsillo de la marca Yashika, se convirtió en su inseparable compañera.
La escala de grises de sus fotografías ayudan a que la escritura en braille, la cual él coloca al final de cada proyecto, contraste con sus retratos.
“El fotógrafo ciego” es el nombre de la atrevida colección del artista que se entregó a sus sentidos para poder completar uno de sus trabajos más ambiciosos. Esta serie no sólo es un álbum en blanco y negro, también es un libro en braille que comienza con una introducción tan sublime como sus imágenes.
“Un poema sutil y sensual, en el cual el erotismo del tacto
y la presencia de la anticipación, excitación y tactilidad sensual,
son descubiertas por una fotografía de ternura conmovedora”.
El álbum de Nigenda es la mayor inspiración para quienes conocen la dificultad de despojarse de alguna de sus partes. El reto de reemplazar un sentido con los demás está lleno de frustración y miedo, pero este creativo logró convertir esas emociones en su mayor motivación para continuar creando. El artista mexicano superó cada una de los obstáculos que se impusieron entre la fotografía y él. Finalmente, a través de sus atrevidos desnudos femeninos encontró la conexión que creyó perdida entre sus sentidos, el erotismo y el arte.
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Imágenes:
Gerardo Nigenda