La poesía de Raúl Parra se lee al desnudo, tal como él desnuda sus emociones sobre el papel, de la misma forma en que desnuda a sus musas para exponer de ellas lo primordial: los olores, las formas, los efluvios mismos de una musa demasiado terrenal.
Su poesía no necesita de exagerados ornamentos para provocar en el lector la sensación de éxtasis, pero también de ausencia y de soledad, que es de lo que el poeta extrae su inspiración y sobretodo su desesperación. Porque no hay nada más desesperado que convivir con el vacío del cuerpo amado, de describirlo hasta en sus más mínimos detalles sólo para descubrir que no está ahí, que solamente el deseo se ha quedado para dibujar en la nada al ser ausente.
Originario de Tecpan de Galeana, Guerrero, Raúl Parra estudió lengua y literatura en la UNAM e impartió talleres en la UNAM, IPN así como en dependencias gubernamentales. Su obra literaria se compone por libros como: Para que un poeta lo escriba en la pared de un baño público, Párrafos, parrafitos y unas crónicas, Archipiélago carnal, La muerte sobre la muerte, entre otros.
Su estilo es directo, no necesita dar tantas vueltas para decir las cosas; es coloquial más no vulgar, se aparta de los eufemismos y deja que las palabras fluyan en el papel con la misma naturalidad con que lo piensa en sus adentros.
Más allá de su obra poética, Raúl nos ofrece recuerdos que, a través de una crónica rápida y eficaz, nos otorga un panorama amplio del que podemos vislumbrar el origen de sus filias, las que surgen desde su niñez creciendo con él al paso de los años.