Para Schopenhauer, filósofo polaco, la contemplación estética significa dos cosas: liberación de la Voluntad y revelación del Ser.
La filosofía estética de Arthur Schopenhauer observa que mientras la conciencia esté sujeta a la Voluntad y seamos esclavos de nuestros deseos, sufriendo por la necesidad y la carencia, jamás tendremos reposo ni placer. Pero en el estado que Schopenhauer llama “contemplación pura”, el sujeto olvida toda individualidad y se pierde en la belleza, o sea, en el placer, porque para él, belleza significa también placer. El placer debemos entenderlo como ese estado que, antes de él, Epicuro define como liberación del dolor (como el Nirvana budista, que significa lo mismo y que de alguna manera ya deja entrever la inclinación que más tarde tomará Schopenhauer hacia el budismo).
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La idea, como manifestación de la Voluntad, se objetiva (se hace sensible) a través de la belleza; es decir, la Voluntad -nuestros deseos y la habilidad de elegir entre ellos- puede ser percibida en la obra de arte o en la naturaleza por la sensibilidad humana. Schopenhauer piensa el ser desde la experiencia, no desde la razón. Lo subjetivo ahora puede ser aprehendido por los sentidos, por nuestro ser estético; lo que ocurre en la contemplación estética es que el sujeto logra librarse del principio de razón suficiente, que es incapaz de comprender la realidad manifestada en la idea, y así lograr un grado de intuición que sí es capaz de hacerlo.
Cada objeto invita a la representación en mayor o menor grado y, así se existen también diferentes grados de sensibilización (su manifestación sensible) de la Voluntad en las distintas formas de arte. Se manifiesta primero en las ideas generales de la materia, es decir, en expresiones artísticas físicas, como la arquitectura; hasta la tragedia en que la Voluntad es consciente de sí misma y la habilidad de elegir entre deseos presentes al mismo tiempo, se retrata explícitamente.
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La música ocupa un lugar preponderante respecto a las demás artes, pues la música no expresa ninguna idea de la Voluntad, la música es la Voluntad misma expresándose melodiosamente. La música representa lo que no pude ser representado; y es evidente que hablamos de otro tipo de representación, hecha, incluso, desde otro lenguaje: el lenguaje universal y extraño que es la música. El vínculo que mantiene la música con la Esencia del mundo siempre tendrá algo de enigmático.
El Ser ahora es inmanente, es decir, está en el mundo sensible, lo podemos ver, tocar y oír; en una palabra: sentir. En este sentido, lo que Schopenhauer nos está diciendo es que nos hagamos uno con la obra de arte a través de nuestra sensibilidad; la contemplación estética es eso: hacerse uno con la obra de arte y olvidarse de la Voluntad para, por un momento, dejar de ser esclavos de nuestros deseos.
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El concepto que Schopenhauer propone de la estética como extensión de la filosofía es que la contemplación estética es una puerta hacia la libertad y al ser; a través de ella nos liberamos de nuestra existencia, que se desgarra en la necesidad, y nos permitimos perdernos en la belleza.
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