Sin la mujer, la vida es pura prosa.
Ruben Darío
La esencia de la mujer se revela a través de su día a día.
Sus pasiones, sueños, logros y deseos caben en cada una de estas ilustraciones aunque no sean visibles, de la misma forma que están presentes mientras realizan sus actividades cotidianas, mientras se enfrentan a un mundo que suele juzgarlas más que amarlas.
No hay que ir demasiado lejos para encontrar en cada mujer esa pulsión que la hace única, tan dulce y frágil como desee, tan brillante y obstinada como lo quiera, de abrir sus sentimientos a flor de piel o de permanecer estoica, pero sobre todo, terriblemente humana, casi capaz de inaugurar una naturaleza distinta con sus formas y su propio entendimiento del mundo.
El trabajo de Emmi Riikka intenta captar esos momentos que en un primer término parecen comunes, pero a través de los cuales la mujer revela su labor creativa y echa a andar un mundo con cada movimiento, con cada pestañeo y cada mirada. La ilustradora reproduce escenas de la vida cotidiana de una mujer, desde la hora de la cena, escuchar música, platicar y hasta el momento antes de dormir. Todas con su visión personal de estas actividades, bajo un tono pastel y un estilo sketch que dota a su obra de una aparente sencillez y originalidad.
La artista encuentra en su sexo mismo el mejor modelo de inspiración para llevar a cabo una obra que muestra la condición de la mujer contemporánea.
Riikka concentra su trabajo en una serie de ilustraciones simples pero penetrantes, que en conjunto cuentan el profundo arte de ser mujer, ese que no sólo radica en la belleza y la gracia, la sensualidad y la ternura, sino en la capacidad innata del acto creativo, en lo hermoso que es reconocerse y ser reconocida mujer con todo lo que esto significa, y con las inmensas diferencias que tienen con los hombres y que las dotan de unicidad, por más que algunos sectores de la sociedad pretendan hacer ver iguales a dos sexos tan contradictorios como complementarios.
El estereotipo de debilidad que acompañó a las mujeres durante mucho tiempo, que las mostró como un ser casi irracional, incapaz de controlar sus sentimientos e indigno de cualquier labor que requiera de genio como el arte o la ciencia, mismo que es palpable en distintos pensadores a lo largo de la historia occidental, se sustituye por la noción de una multitud de expresiones personales que dan paso a un ser tan complejo como bello, definido por los caracteres que la naturaleza le ha asignado y atado a una sociedad machista, pero dotado de todos los valores como sustantivos que ha traído al mundo y la potencia que posee para transformarlo a placer.
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Fuente:
Emmi Riikka