¿Provenimos del maíz, de la imaginación de Dios o de los monos? A lo largo de la historia el hombre se ha cuestionado de donde venimos. Hay quien atribuye la creación de la vida al agua, otros al fuego y, en el caso de los chinos, creen que surgimos a partir del caos. La mitología asiática guarda diversos mitos que intentan explicar la existencia del ser humano, por ejemplo “La Leyenda de Pangu”.
En el libro “San Wu Li Ji” se lee que el caos se formó como un huevo y Pangu creció en su interior. Pasaron alrededor de 18 mil años para que el cascaron del caos se partiera en dos, de donde salió el gin, quien se convirtió en la Tierra, y el yang, quien subió y se transformó en cielo. Pangu crecía día con día, pues el gin y el yang se expandían conforme iban pasando los días hasta conseguir una altura de 45 mil kilómetros (distancia entre el cielo y la Tierra).
Pangu seguía expandiéndose hasta que dentro de él comenzaron a nacer otros seres menos racionales, los humanos. Por esa razón Pangu es representado como un ser con forma humana y vestido con hojas que representan a la naturaleza. En su cabeza sobresalen un par de cuernos pequeños, como representación del mal que –de forma inminente– hay en el mundo. En las manos sostiene un martillo, un hacha o un cincel, el cual representa su misión como creador. En algunas regiones de China también lo plantean como un híbrido de varios animales y elementos de la naturaleza.
Pangu es el creador, el Dios, pero es también un recordatorio de que nacimos con un propósito que debemos llevar a cabo a lo largo de nuestra existencia. Entender nuestro origen implica comprender el final y, por supuesto, el camino entre el inicio y el fin de la vida.
Ese ciclo es algo que Oozy tiene muy claro; este tatuador, cuyo propósito parecer ser el de darle sentido a la vida a través de la representación gráfica en la piel, dibuja a través de líneas exactas el origen de la vida. Sus diseños sobre la piel nos recuerdan que el ser humano tiene un propósito en la vida: VIVIR, todo lo demás llega y se va de forma natural.
Oozy plasma en la piel diversos ciclos de caso, vida y muerte; estos van desde el cauce de la marea hasta la explosión del Universo. Su trabajo no sólo representa, también cuestiona la creación del mundo y el origen de cada uno a través de símbolos que hablan de la necesidad de reencontrarnos con la raíz de todo. Sobre la tinta negra que plasma en la piel de sus clientes también expresa rasgos de algunas creencias que hablan del fin de la vida.
Empezar una vida y terminarla es el ciclo que todos enfrentamos, no hay nada que hacer para evitar el cierre de todo origen; por ello sólo queda disfrutar la vida tanto como podamos. Cada tatuaje del artista es un recordatorio de que la vida es una experiencia intransferible e irrepetible, así que más vale vivirla a través de un propósito. Como diría Charles Chaplin «Hay algo tan inminente como la muerte y es la vida».