Esta semana, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) declaró a la charrería –un “deporte nacional” –como Patrimonio Inmaterial Cultural de la Humanidad. Es la octava práctica mexicana que se incluye en esa lista.
La charrería es un deporte de destrezas, tradición mexicana de cientos de años de antigüedad. Según la UNESCO (y por lo que la incluyó entre sus patrimonios) “un elemento importante de la identidad y cultura de las comunidades depositarias de esta tradición”, además de ser un medio para transmitir valores sociales importantes a las nuevas generaciones.
Sin embargo, por el uso lúdico que se le da a los animales involucrados (caballos, yeguas, vaquillas), algunas no gubernamentales del país desprecian la actividad y buscan prohibir.
Una de ellas, la Asociación Unidos para Proteger a los Animales, expresó a través de Ángel Guardián que aunque sea considerada como “deporte nacional”, el Comité Olímpico define que “para poder considerar deporte cualquier práctica, los contendientes deben estar en igualdad de condiciones “ y en este caso, el caballo no tiene ni “remotamente” las mismas oportunidades que su oponente.
Esas son las dos caras de la moneda: tradición y abuso animal. “En la moral del siglo XXI ya no hay cabida para costumbres y tradiciones que no respetan la dignidad de otros seres vivos”, sentencian.
De acuerdo a otro artículo de The Global Voices, la práctica regional es un espectáculo, por lo que debería ser considerada “a la par de la tauromaquia”, aunque en la charrería no se busque “ultimar al animal con una estocada perfecta”.
En la página de Facebook La Crueldad de la Charrería, grupo defensor de los animales, algunas cosas que denuncian rezan que lo que le pasa a los caballos en las charreadas no “son accidentes, es “negligencia”, que los obliga a realizar estos actos absurdos y abusivos. Ahí se pueden ver videos que exhiben el maltrato que desprecian.
A pesar de la controversia y las opiniones encontradas, luego de un proceso de tres años, impulsado por la Secretaría de Cultura federal y la Asociación Nacional de Charros AC, quienes la describen como una “tradición ecuestre que se remonta al siglo XVI” tras el auge de las haciendas ganaderas en el centro y norte del país, hoy la charrería ya es Patrimonio Inmaterial.
Se suma a la lista que incluye al mariachi, la gastronomía michoacana, la pirekua (canto de los purépechas), los parachicos (danzantes de Chiapa de Corzo), la ceremonia de los Voladores de Papantla, los lugares de memoria de los otomí-chichimecas y las fiestas indígenas dedicadas a los muertos.